Comentario
En 1011, una nueva dinastía sube al poder en Angkor: la dinastía Sonnen. El primer soberano, Suryavarman I, anexionó a su reino toda la parte sur de Siam y grandes zonas de Laos. El rey Suryavarmam II (1113-1150) representa el momento de mayor brillo en la historia khmer. Durante un corto tiempo fue el soberano más poderoso de Asia, después del emperador de China. Conquistó todo el sur de Indochina, sometió por completo a Champa (1145) y amplió la extensión de su reino hasta las fronteras del Reino birmano de Pagán, mientras pretendía la conquista de Annam, hasta que sus ejércitos fueron derrotados por los annamitas y los chams se liberaron de nuevo de su soberanía. El nombre de este soberano está principalmente ligado a la fundación de Angkor Vat, considerada la ciudad de los dioses. El templo de Angkor Vat construido para honrar su divinidad predilecta, el dios Visnú, se encuentra en la parte sudoriental de Angkor; tiene proporciones grandiosas y está delimitado por una fosa con agua, de 200 metros de anchura, que al mismo tiempo servía de depósito de agua para la ciudad y para el palacio real, que posiblemente se encontraba en el interior del recinto sagrado. Las cinco torres del templo presiden una serie de galerías escalonadas, la inferior de las cuales está decorada toda ella con bajorrelieves de tema épico-cortesano, que cubren unos dos kilómetros de muro.
Desde el punto de vista arquitectónico, Angkor Vat representa el punto culminante de la evolución de la montaña-templo de la civilización khmer.
A la muerte de Suryavannan II un periodo de inestabilidad se apodero del reino, provocado por los ataques chams que culminaron con la conquista, en 1177, de Angkor por el rey usurpador de Champa, Jaya Indravarman IV, y con el asesinato del soberano khmer reinante.
El renacimiento de Camboya fue obra de Jayavarman VII, que después de una serie de guerras contra los chams llegó incluso a ocupar el Reino de Champa en 1203 y convertirlo en una provincia del Reino de Angkor. El nuevo soberano, ferviente budista, se preocupó de reorganizar el reino creando una serie de templos de profundo simbolismo religioso en la ciudad de Angkor Thom y en su templo de Bayon, que llegó a contar con 49 santuarios con sus respectivas torres de cuatro caras.
La obra constructiva de Jayavarmam VII no sólo se limitó a grandes templos sino que hizo construir numerosas carreteras que llegaban a todos los rincones del reino, incluso la más importante unía con sus 750 kilómetros la ciudad Angkor con la capital Cham. También demostró su preocupación por el bienestar de sus súbditos mandando edificar unos 102 hospitales y albergues en las diferentes provincias. Cada uno de los hospitales contaba con médicos, con ayudantes, 14 enfermeras, dos cocineros, un astrónomo además de otros muchos servidores. Fue una época de tolerancia y bienestar que supuso la culminación a principios del siglo XIII de la sociedad khmer.
Durante el reinado del hijo y sucesor de Jayavarman VII, Indravarmam II, se inició la decadencia del poderío khmer. En 1220 los camboyanos abandonaron Champa, casi al mismo tiempo que los tais del Menam se declaraban independientes. Era como un preludio de su debilidad, ya que durante el reinado de Jayavarmam VIII (1243-1295), Camboya sufrió un ataque de la dinastía mongola de China, que le supuso el pago de un tributo a Pekín. Las crónicas khmers posteriores señalan una serie de guerras entre los Reinos de Angkor y de Ayuthia. En 1431 Angkor fue tomada y su rey asesinado. Sin embargo el príncipe heredero, Chau Ponhéa Yat, pudo enderezar la caótica situación, instalando la nueva capital del reino en Phnom Penh, donde hizo edificar una gran stupa en la colina de tierra que dio su nombre a la nueva ciudad. A partir de entonces, el Remo de Ayuthia será el más peligroso para los camboyanos, si bien su reino todavía gozaría de un breve renacimiento en el siglo XVI.
La sociedad khmer fue en cierta manera una réplica perfecta del modelo indio. En ella se mezclaron las creencias del hinduismo, el budismo y el culto a los antepasados. Sus soberanos gozaron de una posición parangonable a la de los dalai lama en el Tibet, ya que no eran únicamente soberanos absolutos, sino también unos dioses vivientes.
La administración del reino estaba confiada a una numerosa burocracia estatal que cumplió las órdenes del rey. El régimen de castas o "varnas", al modo hindú, se pudo mantener gracias a la riqueza de sus campos, grandes productores de arroz, situados especialmente entre los deltas de los ríos Menam y Mekong, que permitían entre dos y tres cosechas anuales. Fue un Estado basado en la agricultura y complementado en las actividades marítimas y comerciales, estas últimas en manos de los habitantes de la región de Funan.